Podríamos decir que, hasta principios de los años 2000, lo más importante para el sector educativo eran los libros, donde los profesores eran los tutores de esa información y la máxima autoridad en un aula de clases. Pero ya estaba ocurriendo algo: las computadoras y el acceso a internet comenzaban a introducirse en la vida de todos, con ciertas limitaciones, pero con una curiosidad comparable a la de un niño de un año que quiere tocar, ver y explorar todo para entender cómo funciona. Esto solo era el comienzo del acceso a información oportuna en tiempo real, algo nunca antes visto en la historia de la humanidad.
En aquel momento, cuando las escuelas empezaron a crear laboratorios de informática, nunca se preguntaron si esto podría llegar a sustituir a los profesores y transformar la forma de educar. Hoy, esa posibilidad está más cerca que lejos, porque, si lo analizamos desde un entorno controlado como el de las clases tradicionales, no cabe duda de que la inteligencia artificial, con una eficiencia del 100%, reemplazará muchas de las funciones de los docentes.
Sin embargo, si cambiamos el enfoque hacia lo humano —aquello que una máquina jamás podrá tener—, me refiero al pensamiento crítico, surge una gran pregunta: ¿Cómo debe evolucionar el profesor para convertirse en un guía en este océano gigantesco de información y, a la vez, formar el pensamiento crítico de las nuevas generaciones, que ocuparán diversos puestos de trabajo y aportarán ideas, inventos y avances a la humanidad?
No hay forma de que la IA no sustituya los libros y los métodos actuales de aprendizaje, pero seguimos teniendo algo que ella nunca podrá poseer: la conciencia y el pensamiento crítico. Hoy, para prepararnos no para el futuro, sino para el presente (porque el futuro ya está aquí), el reto es que los docentes se conviertan en guías capaces de filtrar la sobreinformación a la que tienen acceso las nuevas generaciones y, al mismo tiempo, evitar el mayor temor que genera la IA, el cual no es que un día domine el mundo, sino —y cito—:
"No debemos preocuparnos de que las máquinas piensen como humanos, sino de que los humanos empiecen a pensar como máquinas."
R.R
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